
Historia
de la Psiquiatría
BAYLE, ANTOINE (1799-1858)
(em
espanhol)
Bayle
nació el 13 de enero de 1799 en el Vernet (actuales
Alpes Marítimos) de una familia originaria del Delfinado,
pero desde 1815 hizo estudios en París gracias al apoyo
de uno de sus tíos, médico en la Charité, Gaspard Laurent
Bayle (1774-1816), amigo de Cayol, de Récamier y de
Laënnec, a quienes se los recomendó; fue Laënnec quien
recibió en su servicio a este alumno de 16 años, en
graves apuros económicos porque su tío murió de tuberculosis
pulmonar unos cuantos meses después de su llegada. Enterado
de que estaba vacante un puesto de interno en el manicomio
de Charenton, en el servicio de Royer-Collard,. amigo
de Cayol, Bayle pidió a este último una recomendación
y se instaló en Charenton, en octubre de 1817, a salvo
provisionalmente de las preocupaciones materiales, pero
más interesado en las enfermedades orgánicas que en
la patología mental. Y el 21 de noviembre de 1822 presento
su tesis Recherches sur les maladies mentales, en la
que describió un estado de demencia con parálisis general
incompleta, la cual, como veremos, marcó un punto esencial
en la historia de la psiquiatría. En 1826, pasó la agregación,
ocupó durante algunos años el cargo de bibliotecario
adjunto a la Facultad de Medicina, renunció en 1834,
suplió en sus servicios a Cayol y Chomel, colaboró en
diversas revistas médicas, dirigió desde 1828 hasta
1837 la Biblioteca de Terapéutica, participó activamente
en la preparación de la Encyclopedie des Sciences Medicales;
murió el 29 de marzo de 1858 y podemos decir que, desde
1830, casi no se ocupó de psiquiatría, con excepción
de las polémicas concernientes a la parálisis general.
En
efecto, es la descripción anatomoclínica de la aracnoiditis
crónica, esa "parálisis general" cuya índole
sifilítica, sostenida en 1879 por Alfred Fournier,.
no fue reconocida definitivamente sino después de los
trabajos de Noguchi. y Moore, en 1913, lo que constituye
el interés de las Recherches sur las maladies mentales,
aunque no forme sino la primera parte.
Es
cierto que J. Haslam,. en las Observations en insanity
aparecidas en 1798, fue el primero en llamar la atención
sobre los síntomas de este trastorno, pero a Bayle toca
el mérito de haber trazado definitivamente el cuadro
partiendo de seis observaciones clínicas seguidas de
controles anatómicos recogidos en el servicio de Royer-
Collard, que dirigió su trabajo. Estableció una correlación
específica entre "las alteraciones de la aracnoides
una parálisis general incompleta... y el trastorno de
las facultades intelectuales" con evolución a la
muerte en estado de demencia caquéxica, y pudo afirmar
que "la aracnoiditis crónica existe y es la causa
de una alienación mental sintomática".
Indudablemente,
Bayle no comprendió la importancia de su descubrimiento,
pero las pretensiones de dos discípulos de Esquirol,.
Delaye y Achille Foville,. de haber sido los primeros,
lo hicieron defender sus ideas y "completar y embellecer
a su antojo el monumento de su juventud", como
acertadamente dijo Vigla, con tanta elegancia en un
artículo necrológico.
En
1825, publicó Nouvelle doctrine des maladies mentales,
en el que insistió en el carácter "ambicioso"
del delirio de estos pacientes sobre sus ideas de grandeza,
las que convirtió en rasgo esencial. Al año siguiente,
. en su Traité des mulades da cerveau, sugirió que "la
mayoría de las alienaciones mentales son síntoma de
flegmasía crónica primitiva de las membranas del cerebro",
con lo que generalizó la noción de una lesión orgánica
como origen de la enfermedad mental.
Pues
todo el problema estriba en eso: la "enfermedad
de Bayle", habiendo escapado a su autor y adquiriendo
en cierta forma "categoría de burguesía en la familia
patológica", como él mismo escribi6 en la última
memoria dedicada al tema, que presentó en 1854 en la
Academia de Medicina, se convirtió en el modelo anatomoclínico
ideal y exclusivo, que los alienistas, durante más de
medio siglo trataron de aplicar al conjunto de la patología
mental. Desde entonces, en una perspectiva organicista,
la psiquiatría ligó su suerte a la de la neurología,
en busca de lesiones del sistema nervioso y de entidades
anatomoclínicas. Hubo que esperar hasta el último decenio
del siglo XIX para que empezara a percatarse de que
este camino no es para ella más que un callejón sin
salida.
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